Ayuntamiento de Fuensalida

Ayuntamiento de Fuensalida

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Desde el siglo XIV, debido al sentido practico, se fusionaron las funciones de la picota y el rollo jurisdiccional en una sola. Aunque son dos cosas bien diferentes, según podemos comprobar por las definiciones de la Real Academia de la Lengua, el rollo es una columna de piedra, ordinariamente rematada por una cruz, que en lo antiguo era insignia de la jurisdicción de la villa, y picota es un rollo o columna de piedra o de fabrica que había a la entrada de algunos lugares, donde se exponían las cabezas de los ajusticiados o los reos a la vergüenza publica.

La picota es una institución mas antigua y con un origen mas vago que el rollo, tal vez ya existía en época romana o árabe; aparece nombrada por primera vez en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio.

El rollo surge cuando los municipios y concejos empiezan a afirmar sus derechos y prerrogativas, durante la baja Edad Media. La palabra rollo, de acuerdo con Vicente Lamperez y Romea, viene del latín rotulum que significa cilindro, efectivamente es un cilindro o mojón indicador de la jurisdicción municipal, abacial, realenga o señorial, y hecho con un cierto carácter de monumento conmemorativo.

Las dos palabras: rollo y picota, se emplean indistintamente, predominando una u otra según los lugares. En Fuensalida ha prevalecido el segundo, pero conservando las dos acepciones.

Esta situada a las afueras, donde se unen la calle de las Fuentes con la que viene de la Xara, y ha dado su nombre al barrio que crece en torno suyo. Nuestra picota fue labrada en una arenisca muy porosa, esta formada por una columna que se yergue desafiando al tiempo sobre cinco gradas circulares con fuste cilindrico, poco esbelto, que se apoya en una basa adornada con bolas y cuatro garras de felino. Se corona con un capitel en cuyos lados este y oeste lleva dos escudos, hoy borrados por las inclemencias del tiempo. El ábaco aparece sostenido en sus esquinas por cuatro cabezas humanas de bastante relieve, pero como el resto de la obra se encuentran muy borrosas.

El fuste tiene en la mitad de su altura un capitel más pequeño que el otro, de forma tronco-piramidal, sobre cuyas esquinas a modo de gárgolas sobresalen cuatro protomos de animal orientados hacia los puntos cardinales. Dos de ellos están quebrados y los otros dos muy perdidos por la erosión del viento y de la lluvia; como ya hemos apuntado antes, deben ser leones, ya que es el animal mas frecuente en esta clase de monumentos. De ellos se colgaba el cuerpo, la cabeza o los miembros de los ajusticiados para que sirviera de ejemplo a los restantes vecinos.

Del autor lo único que sabemos es a través de su obra. En ella se muestra poco conocedor de las proporciones clásicas, pues resulta una columna muy achaparrada y la basa es incluso más alta que el capitel.

Enrique IV, en 1470 y como pago del servicio prestado por don Pero López de Ayala, al devolver la ciudad de Toledo a la autoridad real, tras el levantamiento de la misma a favor de su hermano el infante don Alfonso, consolidó la separación de Fuensalida de la jurisdicción toledana, ratificando su titulo de villa y convirtiéndola en cabecera de condado.

El conde de Cedillo, en su Rollos y picotas de la provincia de Toledo, es quien mas ampliamente ha tratado el tema. Incluye la picota que nos ocupa en el grupos de transición del gótico al renacimiento, datándola de los primeros años del siglo XVI.

Teniendo en cuenta esta acertada opinión, resulta un tanto extraño que siendo villa desde 1445, su concejo no se hubiese apresurado a erigir el rollo que declara públicamente sus derechos y prerrogativas; esto nos induce a pensar dos cosas, primero que esta picota fuera anterior, de mediados del siglo XV, pocos años después de ser declarada villa, opinión poco probable teniendo en cuenta el estilo de la misma; y segundo que se hizo una en ese momento y posteriormente con ansias renovadoras de los primeros condes, a principios del siglo XVI, fue sustituida por la actual.

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El antiguo ayuntamiento fue derruido a mediados de los años sesenta; de el únicamente se conservan unas columnas y los escudos que flanqueaban su portada. Intentaremos reconstruir su planta originaria aunque el empeño sea muy difícil, porque los cambios sufridos interiormente a lo largo de su historia fueron muchos.

Estaba situado donde el actual, entre la calle que une las dos plazas, la publica y la plazuela del Conde (Glorieta), en donde se levanta su fachada principal. Los materiales son los habituales del mudéjar, ya los hemos visto en diversas ocasiones y no lo repetiremos de nuevo. El concejo se estuvo reuniendo a golpe de campana tañida, durante muchos años, incluso siglos, en una casa junto al hospital del Espíritu Santo, situada frente a la iglesia y a la espalda del palacio, en la calle del mismo nombre que el hospital. Cuando el III conde proyecto hacer el palacio, tomo parte de esa casa con la debida autorización del concejo, y a cambio prometió construir una nueva para esos menesteres en otro sitio del pueblo. El no llego a efectuar lo pactado y no sabemos si sus sucesores lo cumplirían. Lo cierto es que la nueva casa del concejo para los ayuntamientos no se construyo hasta la ultima década del siglo XVI.

El edificio estaba desarrollado en dos plantas, como las restantes casas que hay en torno a la plaza, armonizando con ellas. El piso inferior tenia una habitación pequeña a la derecha, iluminada por una ventana de la fachada principal y el resto formaba una sola nave. Dos columnas en el centro, soportaban el peso de las vigas maestras en que se asentaba el piso superior, se cubría con gruesas vigas sin decoración alguna, y bovedillas de ladrillo entre ellas. Las columnas, labradas en granito, son doricas, con fuste monolítico y liso. Se elevan sobre un plinto cuadrangular. Hoy se hallan colocadas en la entrada del parque municipal. El piso estaba empedrado, como es característico del mudéjar de la región.

La iluminación se obtenía por medio de dos ventanas abiertas en la fachada principal y otras que daban a la calle Real. La escalera, claustral y sin ningún adorno, estuvo situada durante los últimos años en el rincón de la izquierda, aunque es posible que hubiese estado en el lado opuesto.

En el piso principal existía la siguiente distribución; la parte anterior era toda una nave y en la posterior había una sala pequeña a la izquierda. El resto formaba un gran salón, el más importante de todo el edificio, con un estrado, donde se reunían a concejo. La fachada principal era, muy simétrica, tenia en el centro la puerta adintelada de grandes dimensiones, tanto el dintel como las jambas están cada uno de un solo bloque de granito. A los lados de la puerta había dos ventanas rectangulares, protegidas por una reja de hierro forjado muy sencilla. En la parte alta, ocupando el centro, había un balcón corrido, con tres puertas de acceso, protegido por una barandilla, asimismo, de hierro forjado. A los lados, sendos ventanales con antepechos semejantes. El tejado era de dos aguas y, con tejas curvas dispuestas a lomo cerrado.

La fachada lateral solo tenia dos ventanas en un lado, una por cada piso. Se conservaba la carpintería primitiva, puertas y ventanas, e inclusive parte del mobiliario hasta su demolición. La puerta principal era, a imitación de aquella del palacio, muy grande, adornada también con clavos, aquí de hierro en vez de bronce, y con forma de estrella.

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Situado en el centro del pueblo y ocupando el lado suroeste de la llamada durante siglos Plazuela del Conde (Glorieta), se levanta el palacio de los antiguos condes de Fuensalida. Fundado en 1435 por el segundo hijo del gran canciller, don Pedro López de Ayala y su esposa doña Elvira de Castañeda, primeros señores de Fuensalida.

En el año 1497, el III conde, compro en Fuesalida siete pares de casas contiguas a la suya con el fin evidente de hacerse una casa mayor de la que hasta entonces poseía, tal vez un palacio como el de Toledo. En 1535 ya hacia varios años que estaba terminado el palacio, y probablemente también lo estaba la plaza, pues once años antes, exactamente el 8 de septiembre de 1524, firmo una capitulación con el concejo de la villa, por la que no podría mandar aposentar huéspedes, ni criados, ni esclavos, ni oficiales a los vecinos. Debió ser entonces, cuando se planifico la plaza, armonizando con la fachada del palacio, pues todas las casas que estaban en ella, excepto el actual ayuntamiento, la casa que linda con él y el convento del Espíritu Santo, pertenecían al conde.

No ha quedado ningún documento referente a la construcción o al arquitecto, pero su obra nos habla excelentemente de él. Por los materiales empleados entra de lleno en el grupo de los palacios mudéjares toledanos, aunque insiste algo mas en el uso de la piedra tallada. La fachada es renacentista y la distribución interior de las dependencias es una mezcla entre el tipo mudéjar y el renacentista: el patio del gótico tardío, las cubiertas, unas son mudéjares, otras de tradición románica, como la bóveda de cañón o la baída, en fin, una deliciosa aleación en donde cada elemento compositivo esta sabiamente mezclado con los demás. Se usa la piedra arenisca, tallada en grandes bloques para el basamento, los refuerzos de las esquinas de las fachadas, las arcadas del patio y para enmarcar los vanos de la fachada lateral; el mármol se deja para las puertas interiores y el granito para todos los vanos de la fachada principal. De ladrillo, sin ninguna inclusión de mampostería, son todos los muros, interiores y exteriores. De barro vidriado los zócalos de los salones principales y la escalera.

Las habitaciones se cubren unas veces con bóvedas de ladrillo y otras con techumbres de madera. En las solerías se emplean losetas cuadradas de barro cocido, y en algunas habitaciones de la planta alta el entarimado, aunque esto último puede ser producto de alguna reforma posterior, quizás de las obras que se hicieron en 1710.

Se levanta aislado, dando la fachada principal a la plaza y las dos laterales a ambas calles. La planta es en forma de L y no cuadrangular como a primera vista parece, por tanto de las fachadas laterales sólo una esta desarrollada, la que da a la Galería, frente al convento de las franciscanas y la otra se termina con la torre. El edificio se alza sobre un basamento hecho con sillares de arenisca. El mismo tipo de sillares refuerzan las esquinas; el resto de los muros son de ladrillo. La fachada principal esta concebida en horizontal y prácticamente toda en un mismo plano pues el retranqueo de las torres y la portada es muy pequeño, apenas unos centímetros. Es simétrica, se divide en dos pisos, separados por una sencilla línea de imposta, formada por varias verdugadas de ladrillo que sobresalen un poco. En las dos esquinas se levantan las torres, cuadradas con un piso mas con respecto al resto del edificio y cubiertas con tejados piramidales; se reflejan pues en altura y en la fachada pero no en la planta. No tienen ningún carácter defensivo; el grosor de sus muros es idéntico a los demás y lleva el mismo tipo de vanos. Por tanto su fin es decorativo, encuadrar la fachada y proclamar la nobleza y poder de su dueño.

La puerta principal esta situada en el centro, llega hasta la línea de imposta y es adintelada. Partiendo de ella se repite la fachada exactamente igual a uno y otro lado, por encima va una pequeña cornisa de piedra. Las jambas y el dintel son gruesos bloques monolíticos de granito, completamente lisos, sin ningún motivo ornamental. De nuevo hacemos hincapié en que la portada esta ligeramente adintelada con respecto al resto de la pared. Eso produce dos líneas verticales que recorren todo el muro y sirven de unión entre los dos pisos, es una transformación del alfiz musulmán, conservado a través del mudéjar. A cada lado de la puerta se abrían tres vanos pequeños, uno ya en la torre, apaisados como si fueran respiraderos. Por encima de ellos, llegando casi a la línea de imposta, otras tres ventanas cuadradas. Cada una se corresponde con un balcón en el piso superior y la puerta con otro un poco mayor, único sitio de toda la fachada donde hay algo de decoración, pero entre la plenitud y el esquematismo que presenta pasa desapercibida. Las jambas de este balcón van recuadradas con una moldura cuya parte inferior se transforma en roleos. El dintel lleva, sobre una diminuta cornisa, un escudo coronado, pero sin motivos heráldicos, lo que hace suponer que los lobos y las aspas de la casa de Ayala estaban pintados. A los lados hay dos triángulos terminados en roleos, más planos y esquemáticos si cabe. Los demás balcones son también adintelados, llevando un pequeño arco de descarga, hecho en ladrillo por encima del dintel. Las torres tienen otro balcón igual a estos en el segundo piso.

El tejado es a dos aguas y el de las torres piramidal, con sendas buhardillas en el lado sur. A ras del suelo hay tres respiraderos rectangulares que sirven para la ventilación del sótano. Sobre el basamento de piedra van siete ventanales adintelados con el pequeño arco de descarga y en el piso superior se repiten los balcones.

La otra fachada lateral ya hemos dicho que se acaba en la torre, y aquí si tiene un balcón en el ultimo piso y sendos arcos de descarga en los inferiores en espera de que se abrieran los correspondientes huecos.

Veamos ahora la distribución interior; el patio es el núcleo central. Su planta es rectangular, con arquerías dobladas en dos lados, formándose ángulo recto. Se encuentra pavimentado con grandes losas de caliza. Tiene un pozo situado casi en el centro, con un pequeño brocal de granito adornado con un escudo liso.

El piso inferior le forman arcos carpaneles trilobulados apoyados en columnas. La basa, elevada sobre un plinto cuadrangular, es corintia, con un bocel entre dos toros, el fuste liso, sin estrías ni éntasis, y los capiteles con decoración vegetal, presentan una palmeta en cada cara y en las esquinas, en vez de volutas, unas abultadas hojas de acanto hacia abajo y replegadas sobre si mismas. Están tratados esquemáticamente, pero se aprecia buena técnica y aparecen llenos de una fuerza expresiva muy cercana a la concepción escultórica contemporánea.

La línea de imposta que separa un piso del otro va adornada con bolas. El piso superior tiene, asimismo, arcos carpaneles trilobulados y más rebajados. Las columnas y basas son iguales que en la planta baja, pero los capiteles son mas ricos, mas minuciosos; basados en el corintio romano, se desarrollan de un modo particular; como si estuviera sujetando las volutas, hay una decoración de cuerda; por debajo, en vez de lo acantos, son palmetas y hojas de vid, y entre las volutas, en lugar de llevar la rosa van dos pequeñas hojas de acanto, una hacia arriba y otra hacia abajo.

El alero va decorado con un motivo muy frecuente en el gótico tardío, se trata de una rama delgada, con muchas hojas y tallos secundarios, que lleva enrollado en espiral una larga cinta cuyos extremos, bien visibles, se enrollan sobre si mismos. Las galerías del patio servían de corredores; eran auténticos lugares de transito, con acceso directo a casi todos los aposentos, independientemente de que estos se comunicaran entre sí.

En la organización interior se fundían la tradición mudéjar, tan arraigada en nuestra región, y la novedad del renacimiento. El zaguán debía ser grande, espacioso, situado a la misma altura que el patio y a poco más del nivel de la calle; con acceso directo como corresponde a un palacio urbano de este momento. En el lado oeste de la planta baja, aun se conserva una sala cuadrada, debajo de la torre, cubierta con un alfarje de enormes vigas sobre canes de rollo. Junto a ella hay un salón cuadrado, cubierto en este caso con una bóveda esquifada; a su vez se comunica con otro rectangular cubierto por una bóveda de medio cañón.

En el lado oeste, hay una fachada subterránea, cubierta con una admirable bóveda de cañón, hecha en ladrillo sin encalar, arranca casi desde el suelo, y se ilumina con los respiraderos rectangulares que están a ras del suelo de la calle. Esta dividida en dos partes, una habilitada como bodega hasta hace pocos años y otra conocida como la cueva. Independiente de ella, existe otra cueva, sin ningún trabajo de albañilería, con entrada por el lado este del patio. En la imaginación de las gentes ha crecido de modo extraordinario, según se dice llega hasta el antiguo convento de los franciscanos.

A finales del siglo XIX, don José Bernardino Fernández de Velasco, XVII conde de Fuensalida, vendió el palacio a dos vecinos del pueblo; uno se quedo con el ala derecha, la torre y el balcón que esta junto a la misma, en la fachada central. El otro vecino se quedo con el resto. Hoy pertenece a tres familias distintas.

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Ubicada en la avenida de Santiago esquina con calle Cartago se encuentra la última de las capillas del pueblo y es de reciente construcción. Su nombre se debe a Santiago apóstol, patrono de España. D. José Luis Carrasco Gómez- Escalonilla y D. Tomás Tenorio Tenorio fueron los arquitectos que dirigieron esta magnifica obra, que se comenzó a principios del año 1990. Posteriormente fue inaugurada en el mes de julio del año santo compostelano de 1993 por el entonces cardenal arzobispo de Toledo D. Marcelo González Martín.

La capilla es de planta basilical y mide 391 metros cuadrados. El altar es de granito y el sagrario de madera adornado en el frente con dos ángeles realizados en pan de oro imitando esmaltes y sobre ellos una cabeza de Cristo realizada de la misma manera. El sagrario está en el centro del presbiterio sobre una base de mármol.

Presidiendo el templo nos encontramos con un Cristo Crucificado y a ambos lados las imágenes del apóstol Santiago y de la Virgen Maria. También hay una pequeña talla del Corazón de Jesús.

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A extramuros del pueblo y en dirección norte se encuentra la Ermita de san Antonio Abad y san Roque, que ya existía por el año 1600 y estaba dedicada a san Sebastián, san Roque y san Antonio. Cuando decayó la devoción a san Sebastián quedó principalmente denominada san Roque, convirtiéndose en el santo más venerado. La antigua ermita tenía mayores dimensiones que la actual ya que durante la Guerra civil de 1936 fue destruida en un bombardeo desapareciendo así, las imágenes de sus titulares. Posteriormente en 1952 fue construida la que hoy conocemos, en el mismo lugar pero de dimensiones más reducidas, fue financiada con fondos de la hermandad de san Antonio Abad con cuyo nombre es hoy más conocida. En ella se alberga las imágenes de san Antonio y san Roque y de un Cristo que tras la restauración del templo parroquial en 1974 fue trasladada a la ermita.

Tiene una sola nave de 220 metros cuadrados y está construida de ladrillo y yeso muy sencillo. Alrededor de la ermita hay una franja de tierra que pertenece a ella y que servía para dar la tradicional vuelta con los animales en las fiestas de san Antón y recibir la bendición.